Dentro de cada uno de nosotros habita un ser tierno, sensible y lleno de luz: nuestro niño interior. Es esa parte inocente que alguna vez fuimos, que guarda nuestras primeras experiencias, alegrías, sueños y también heridas no resueltas.
El niño interior se manifiesta en nuestra vida adulta a través de la forma en que nos relacionamos, cómo nos permitimos disfrutar, confiar y amar. Cuando está en equilibrio, nos conecta con la espontaneidad, la creatividad y la capacidad de asombro. Pero cuando ha quedado herido, puede arrastrar miedos, inseguridades y patrones repetitivos que nos limitan.
🌿 ¿Por qué es importante sanarlo?
Sanar al niño interior no significa borrar el pasado, sino mirar con amor y compasión esas experiencias que marcaron nuestro camino. A través de este proceso, logramos:
-
Liberarnos de culpas y resentimientos.
-
Reconciliarnos con nuestra historia y nuestros vínculos.
-
Recuperar la alegría genuina de vivir.
-
Fortalecer la autoestima y el amor propio.
-
Abrirnos a nuevas experiencias desde la confianza y la plenitud.
✨ El camino de la sanación
Sanar al niño interior es un acto de valentía y de profundo amor hacia nosotros mismos. Puede lograrse con distintas herramientas: meditaciones, escritura, visualizaciones, rituales de perdón, terapia holística, o simplemente escuchando lo que ese niño tiene para decirnos.
Cuando abrazamos a nuestro niño interior con ternura, le damos el permiso de jugar, reír y soñar nuevamente. Y en ese gesto, no solo lo sanamos a él, sino que también reparamos nuestro presente y sembramos un futuro más pleno.
💫 Recordemos siempre: sanar al niño interior es un regalo de libertad. Es volver a la raíz de nuestra esencia, para vivir desde la inocencia, la alegría y el amor.
🌸 Ejercicio de Sanación con tu Niño Interior
1. Preparación del espacio
Busca un lugar tranquilo donde nadie te interrumpa. Podés encender una vela o un sahumerio para crear un ambiente cálido y seguro. Sentate en una posición cómoda, con la espalda recta y los pies apoyados en el suelo.
2. Respiración consciente
Cerrá los ojos y realizá varias respiraciones profundas. Inhalá por la nariz contando hasta cuatro, sostené el aire un momento y exhalá suavemente por la boca. Sentí cómo tu cuerpo se relaja y tu mente se aquieta.
3. Visualización
Imaginá un camino que te conduce a un lugar especial: puede ser un jardín, una playa, un bosque o cualquier sitio donde te sientas en paz. Allí, esperándote, está tu niño interior: puede aparecer con la edad que quieras recordarlo.
Observá cómo luce, cómo está vestido y cuál es su expresión. Acercate con ternura y preguntale:
👉 “¿Qué necesitás de mí hoy?”
4. Escucha y abrazo
Dejá que ese niño te muestre lo que siente: tal vez pida amor, compañía, perdón o simplemente jugar. Abrazalo en tu visualización, acaricialo y decile con dulzura:
✨ “Te veo, te escucho, te amo y siempre voy a estar contigo.”
5. Integración
Visualizá cómo ese niño entra en tu corazón y se une a vos, llenándote de alegría, luz y paz. Quedate unos minutos disfrutando de esa unión.
6. Cierre
Respirá profundo, agradecé el encuentro y, cuando lo sientas, abrí los ojos.
💫 Este ejercicio puede repetirse cuantas veces lo necesites. Cada encuentro con tu niño interior fortalece tu amor propio y abre el camino a la sanación profunda.
Escuela Holística Kahuna
Prof. Lorena Jaroszczuk
¿Qué te pareció el artículo?